Ofrecemos a Dios como sacrificio, la entrega de nuestra voluntad así nos
unimos a la voluntad salvífica de Dios. Así el voto de obediencia abrazado con
espíritu de fe y de amor nos permite cumplir con pronta y entera voluntad y
activa responsabilidad cuanto fuere ordenando y encomendado con mutuo respeto,
apreció y caridad buscando juntas en fraterna comunión, la mejor manera de
realizar la voluntad del Padre celestial. Seremos más franciscanas cuanto mas
hondamente hayamos asimilado la sumisión filial, abnegada y humilde de Cristo.